No son los hijos de los hombres
No son los hijos de los hombres,
los que silencian tus salidas.
No son los hijos que no tuvimos,
los que olvidan tu partida.
No son las palabras entredichas,
las que ahogan tus pensamientos.
No son los gritos enmudecidos,
los que acallan tu entendimiento.
No son las noches negras,
las que atormentan tus ilusiones.
No son los huecos oscurecidos,
los que recogen tus pretensiones.
No son las dagas afiladas,
las que te cortan el aliento.
No son mis miradas encendidas,
las que revientan tus movimientos.
Son las lágrimas derramadas,
al amparo de tu suerte,
las que limpian tus tristezas,
que por amor,
a mí me matan, lentamente.
Fausto Antonio Ramírez
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